La bahía de Nueva York, donde antes abundaba la vida, es ahora conocida como una zona prohibida debido a su contaminación. Es para remediar este problema que “El Proyecto de los mil millones de ostras” nació en 2014. Planea salvar la bahía utilizando la capacidad de filtrado de la ostra.
Una criatura asombrosa
En efecto, la ostra adulta tiene una capacidad de filtración impresionante: puede filtrar más de 50 galones de agua, es decir, unos 190 litros de agua al día. La ostra bombea, de hecho, el agua de mar para capturar las partículas necesarias para su alimento, y el oxígeno necesario para su respiración. Lo que no come, la ostra lo rechaza con las heces excrementos. Además, su proliferación es una especie de barrera natural que proporciona hábitat a muchas especies acuáticas y evita olas de tormentas que, sin ella, podrían haber destruido el litoral.
Una generación verde
Para transformar la Bahía de Nueva York, la asociación ha trabajado activamente con la población local. 75 restaurantes y 70 escuelas, así como muchos voluntarios, han estado trabajando para hacer que la situación evolucione de una manera respetuosa con el medio ambiente.
Los alumnos de Nueva York crían larvas de ostras en sus aulas de ciencias transformadas en incubadoras gigantescas. Las ostras pasan las primeras dos o tres semanas de su vida larvaria nadando libremente. Al final de su período larvario, se asientan fuera de la columna de agua para llegar al fondo del puerto. Si no encuentran una superficie dura, caen en el barro y mueren. Las conchas de otras ostras son un sustrato totalmente duro. Sin embargo, los criaderos de ostras del puerto de Nueva York han desaparecido. Es por eso que el programa Oyster está cosechando conchas de ostras de restaurantes para crear nuevas barreras naturales.
La contaminación de la Bahía de Nueva York
En 1906, para entrar en el puerto de Nueva York era necesario navegar en la Media Luna de 220.000 hectáreas de criaderos de ostras, que habían alimentado a la población local durante generaciones. El estuario virgen, con sus ostras en la base, fue el hogar de miles de especies asociadas y fue uno de los ambientes biológicamente más productivos, diversos y dinámicos del planeta.
Poco después, los neoyorquinos que habían consumido las últimas ostras, las barreras naturales se cubrieron de barro o limo, y la calidad del agua se volvió insuficiente para permitir la regeneración de las ostras o de cualquier otra criatura marina. El puerto se volvió tóxico y permaneció casi sin vida durante más de 50 años hasta la adopción de la Ley de Aguas Limpias en 1972, que prohibía el vertido de residuos y aguas residuales no tratadas en el puerto.
El objetivo del proyecto es reubicar 1.000 millones de ostras vivas hasta 2035 y obtener unas 100 hectáreas de criaderos de ostras. El objetivo de este proyecto es reconstruir este puerto, la bahía más productiva del Atlántico Norte, y devolver a Nueva York su título de capital mundial de la ostra.
Además del saneamiento del agua, este dispositivo también tuvo efectos positivos, ya que atrajo a las ballenas jorobadas. Estos están de vuelta en esta área después de varios años de ausencia.